12 septiembre 2014

El transporte de mascotas en el aeropuerto de Sevilla presenta graves deficiencias

















– Cientos de pasajeros protestan por el "lamentable" estado en el que salen sus perros de las bodegas de los aviones.
– Ya han muerto tres perros en los últimos meses, como consecuencia de la desatención y las altas temperaturas.
– Aerolíneas y compañías de handling, culpables de esta situación, no se responsabilizan.

Un mal manejo del animal durante el viaje, abandonado a pie de pista con el resto de maletas y dejado solo sin ser atendido, son motivos suficientes para la muerte de una mascota en su jornada de viaje. En el aeropuerto de San Pablo se alcanzan temperaturas extremas a pie de pista durante los meses más calurosos del año, a las que son sometidos los animales que viajan en los vuelos que operan en la terminal.

Algunas compañías aéreas prohíben que se ponga agua y comida dentro del trasportín para evitar que se manche la bodega del avión, a pesar de que las jaulas en las que viajan las mascotas están preparadas para ello. Estas deficiencias causan que los animales lleguen a destino con golpes de calor y, en ocasiones, no sobrevivan.

Coco y Manuel Álvarez

Manuel Álvarez viajaba el pasado 25 de julio con Coco, un bulldog inglés de cinco años de edad. Su vuelo entre Palma de Mallorca y Sevilla de Air Berlín, con horario de mediodía, duraría apenas una hora y media. Coco iría en bodega, al igual que el resto de perros que viajan cada día en este trayecto, una ruta especialmente utilizada para el transporte de mascotas en el aeropuerto de Sevilla, principalmente perros de raza Bulldog y Galgo.

Lo que no se podía imaginar Manuel Álvarez es que a la llegada al aeropuerto de San Pablo, Coco habría muerto a causa de un golpe de calor, consecuencia de la desatención y las malas condiciones a las que se había transportado al animal aquel mediodía de julio.

Nano y Francisco Javier

Coco no ha sido la única mascota fallecida en los últimos meses. Lo mismo le ocurrió a Francisco Javier Ramos el 11 de julio de 2012 cuando viajó en el trayecto Sevilla - Palma de Mallorca en la compañía Air Berlín con su bulldog inglés de 5 años llamado Nano. Los dos estaban nerviosos pero no se imaginaban que un viaje de una distancia tan corta fuera a terminar con la vida de Nano a consecuencia de un golpe de calor. Nano se quedó al sol durante aproximadamente una hora el 11 de julio de 2012, y murió deshidratado en la plataforma de aeronaves del aeropuerto de Sevilla, mientras esperaba a que lo llevasen a la bodega del avión.

Francisco Javier ya estaba preocupado desde el embarque: “desde los ventanales de las puertas de embarque se veía a Nano que iba en una especie de elevador con cabina acristalada para el operario y una plataforma donde estaba el trasportín del perro a pleno sol y sin toldo, sin nada que le protegiera”, agrega.

Cuando su dueño esperaba a su mejor amigo en la cinta de salida de equipaje ya en Mallorca, fue un operario de Air Berlin quien le avisó de que el perro no se movía y que debía llevarlo urgentemente al veterinario. Ya era demasiado tarde, Nano había muerto. Como indemnización, la compañía Air Berlín le compensó con un vale de 100 euros para gastar en futuros vuelos, pero nadie se hizo responsable de aquel trágico final.

Norah y Cristina

Casi un mes después Cristina decidió también irse de viaje y hacer el mismo trayecto que Francisco Javier y Manuel Álvarez, de Palma de Mallorca a Sevilla. En su caso viajaba con 3 perros bulldog francés: Norah, de 3 años; Ronny, de 2 y Happy de 1.

Desde el principio Cristina vio irregularidades y una inexistencia en el cumplimiento de la normativa que ella había leído en la página de Air Europa, compañía con la que volaba.

Se despidió de sus tres mascotas con la confianza de verles en Sevilla, pero cuando llegaron y los perros salieron por la cinta de equipajes comprobaron que Norah no se movía. Cristina se vio desatendida y completamente desamparada en medio de la terminal. Inmediatamente, llevaron a Norah al veterinario, quien constató que había muerto por un golpe de calor.

Ante esta situación, Cristina fue a pedir explicaciones a Air Europa y puso una reclamación a la compañía, que en ningún momento se hizo cargo de lo sucedido. Un mes más tarde, gracias a la colaboración de la asociación ‘Se Admiten Mascotas’, recibieron 600 euros de indemnización y las disculpas de la compañía.

Las mascotas forman parte de la vida de las familias y así deben ser tratadas. Cada vez son más los aeropuertos en Europa que cuentan con un espacio especialmente acondicionado para mascotas, con temperatura y nivel de ruidos adecuados.

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